19 abr 2010

La presencia de lo fantástico en Bestiario, de Julio Cortázar



Bestiario es el primer libro de cuentos de Julio Cortázar. En él es ya claramente visible la tendencia que marcará la literatura cortazariana hacia lo fantástico pero de un modo original, porque no sólo se presentará ese registro en lo temático o en los sucesos narrados sino que también estará reforzado desde lo discursivo y desde la estructura misma de los relatos.

El libro presenta ocho relatos que comparten una serie de características comunes. Durante la lectura de cada uno de ellos, el lector percibe dos hilos que se entrecruzan: lo que dice el relato de forma explícita, aquello que sucede y por otro lado, aquello que percibimos primero inconcientemente, pero que hacia el final se va haciendo cada vez más fuerte y termina por emerger para dejarnos totalmente estupefactos y descolocados. Esto último es lo que no está dicho, lo latente que corre por debajo del relato... quizá esto se pueda comparar al agua que corre por debajo de un puente, de forma continua. Si como lectores avezados, descubrimos este movimiento bilineal del texto podremos disminuir el efecto, analizando de qué formas y con qué recursos está logrado; pero enfrentarse a estos relatos a través de una lectura ingenua es sentirse amenazado, atacado por una incertidumbre, por un "algo" extraño, que si bien está dentro del texto parece que nada impide que de un momento a otro salte afuera y se encuentre en el mundo "real", cotidiano o en el lector mismo, precipitándolo al abismo.


Se instaura, entonces, una lógica propia y original que rompe con la lógica tradicional para crear justamente esta sensación de vacío abismal en un mundo nuevo donde el lector es incluido como habitante. Si reparamos en cada uno de los relatos veremos que el tradicional orden causa-efecto no funciona desde la racionalidad: ¿Cuál es la causa de que el narrador de "Carta a una señorita en París" vomite conejitos? No lo sabemos. Ni siquiera él mismo lo sabe, pero tampoco se lo pregunta: sólo lo incorpora a la vida cotidiana como un hecho normal.

María Clara Lucifora
Universidad Nacional de Mar del Plata

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